Llegando al atardecer de nuestras almas (despedida)

Llegar al atardecer de nuestras almas es cambiar de piel. Renacer. Revivir en otro estado. El alma no muere. Sólo se renueva. Cumple su misión y pasa a otra existencia diferente. Por ello, permitir el proceso de transmutación, y que ésta siga su curso, es necesario para la evolución del alma. Ahora es momento de que las personas, y en concreto el Ser Humano, decidan dejar atrás su dolor. Prepararse para su viaje, permitiendo todos los procesos que permiten su liberación para su evolución. Cumplir las lecciones asignadas y dedicarte plenamente a la transcendencia, para poder vivir desde la visión del ser.
Desde este plano todo es efímero, nada permanece. Vosotros consumís porque no encontráis la estabilidad del alma ni tenéis la conciencia de unidad. No hallarla no significa que la vida sea realmente así. Os separasteis de dicha consciencia, y volver a ella es saber que sois eternos. Una vez que se logra dicha consciencia, se transmite por distintos planos, dimensiones y vibraciones, todas necesarias para vuestra evolución. Todo es una preparación. El crecimiento es infinito. Pueden necesitarse muchas vidas y existencias para volver al padre. Por ello, lo importante es seguir evolucionando, no repetir lecciones, y ser conscientes de hacer el esfuerzo de adiestrar la voluntad y responsabilizarte de tu propia existencia. Tú elegiste bajar y seguir aprendiendo. Esta experiencia tiene fecha de caducidad. Por ello, es imprescindible que te prepares para el proceso de morir. Morir desde el sentido del alma, celebrando que has aprendido tus lecciones, y que es como una fiesta renacer en otra cosa. Ese proceso requiere consciencia, comprensión y transformar en sabiduría las experiencias, para el enriquecimiento del alma, tu ascensión y con ello, parte de la humanidad. Lo de uno afecta al todo. Todo es un flujo de información constante. Hay una consciencia colectiva que ayuda al proceso de todos. La realidad es que nada está separado, muy a pesar de nuestras convicciones y creencias. Hay otra realidad muy diferente que no acertamos a ver, porque estamos ciegos, confusos y en desamor.
La partida es un proceso para volver a sentir el poder de tu alma, tu luz, tu unidad. Por ello, es un motivo de celebración y no de tristeza como esta sociedad vende. Lo real es que morimos con apegos, miedos y lecciones no aprendidas, y ello dificulta el dejarnos ir y poder entregarnos. Al morir podemos perdernos por el miedo y por la falta de ayuda. En esta sociedad se ha perdido la importancia de darle al alma su lugar. Personas que lo facilitan siempre han estado disponibles, pero la consciencia de su importancia y su lugar tiene que darse y facilitarse. Somos almas en evolución. Aquí representamos roles y papeles, pero no somos eso. Un alma puede irse con culpa y dolor, si no se le enseña o se le ayuda a reconocer esa verdad. Cree que lo ha hecho mal, cuando sólo ha cumplido su función. Desde la visión del alma, no hay culpables. Sólo son experiencias. A los ojos humanos, todo está teñido de juicios desde nuestros aprendizajes y creencias. El alma tiene claro que nada es permanente, que todo es una falacia, y que es cuestión de aprender y extraer la sabiduría. No hay errores, pero los sufrimientos nos inducen a creer y pensar así. Por ello, la partida ha de ser dulce, porque hemos vivido experiencias dolorosas, y nos despedimos de esa forma de vida para conectar más con la verdad de quiénes somos. Es un tránsito, y no una despedida, porque todos lo pasamos, y en grupo evolucionamos.
Si inducimos miedo o ansiedad, nuestra partida resulta dolorosa y, al partir en nuestro amanecer, permanecen las memorias de miedo y sufrimiento, generadas por nuestras creencias. Limita partir al plano que nos corresponde para seguir aprendiendo o evolucionando. Tenemos miedo de la luz que nos lleva al padre. Lo primero es la paz, con ello vas en línea recta a la luz. No te desvías de planos, y sabes la dirección a tomar. Aprender que las cosas son así ayuda en que en nuestra partida, primero, intentemos aceptar dicho proceso por el que todos pasamos; segundo, aceptar que somos almas en evolución; y, tercero, irnos al plano que nos corresponde sin obstáculos. Trabajar nuestras creencias, miedos y afectos es un paso importante. No dejar temas pendientes ayuda a que nuestra consciencia este libre y no tengamos obstáculos en nuestro camino. Por ello, lo primero es tomar conciencia de que el proceso de morir abarca toda nuestra existencia. Morimos a cada instante, porque las cosas dejan de ser. Todo es un continuo. Incluso nuestra muerte no deja de ser un punto más en el camino, un instante cuya relevancia está en renacer. Facilita sentir parte de lo que somos, todo lo que trabajes en esta vida será una ventaja para tu proceso de muerte. Dejar las mochilas atrás es una misión de todos porque entonces, el alma se libera y disfruta. Se desprende y se abre como una flor desde la paz, la liberación y la gratitud. La transmisión de estas simples enseñanzas puede cambiar a la humanidad, facilitando que no queden tantas almas atrapadas, que se pida la ayuda pertinente, o se dé la paz que las almas necesitan para partir.
Dar permiso a las almas para que se vayan en paz, es uno de los más grandes actos de amor que el ser humano puede dispensar a sus hermanos. Les dejan salir de las condiciones del cuerpo para que encuentren su amplitud, camino y reencuentro con su ser. Ver que ya no están atrapados y que no hay límites. Ayudar a que dejen los apegos les facilita no aferrarse a la tierra y seguir su camino, y misión verdadera y del alma. Ya que, aquí, sólo eran experiencias de separación y comprensión de lo que implica salir de la unidad que todo lo envuelve. Cuando estás en el alma, comprendes desde el corazón que el otro eres tú y que todo es un reflejo. Desde la experiencia de separación lo que predomina es el miedo y el caos, que nos ciega, o que no nos permite disfrutar totalmente de lo que somos. Por ello, el atardecer es un regalo para todo ser humano. Deberá ser celebrado con alegría para quien parte, aunque nos deje un vacío a los que aquí estamos. Hemos de saber que es un confort para quién se va, y era realmente su hora. Irse sin que sea su hora no da la misma paz, porque se hace bajo la desesperación, y no podemos ir al plano que nos correspondería. Quién se suicida necesita una ayuda especial. La persona queda en el sufrimiento-dolor creado, pero sin el cuerpo. Se le ha de ayudar aligerar el peso, repasar sus lecciones e ir a un plano intermedio para seguir evolucionando. Es importante esta comprensión, porque son hermanos que sufren y que requieren de la comprensión profunda de su sufrimiento.
Parte dos. Pregunta
¿Qué pasa cuando no se va en línea recta hacia la luz o hay mucho pesar y sufrimiento?
Lo que pasa es que el alma se queda retenida en este plano o entre planos para seguir evolucionando. Por ello es importante ayudarles a que partan en paz, con claridad y sin miedo. Los apegos obstruyen la evolución, las cosas pendientes no nos permiten partir, y el proceso de partida puede ser muy duro y vivirse como una batalla. Los apegos son aspectos humanos y nada tienen que ver con la evolución del alma y del amor.
Si los transcendemos, se convierten en sabiduría y luz, y ello es un gran paso en nuestra evolución.
Si hay ira, retenemos la partida, y podemos tener sentimientos de venganza. Estamos sin cuerpo, pero sin evolucionar podemos perjudicar nuestra evolución y dañar a aquellos que han de seguir evolucionando, porque nos quedamos fijados en esos afectos. Por ello, lo ideal es soltar, fluir y prepararse para el viaje. Lo pendiente se resolverá cuando los demás también partan al amanecer, porque las almas al partir necesitan la reunificación, el perdón, la disolución del karma. Se toma conciencia de lo que se hace bien o mal cuando partimos, si no ponemos obstáculos.
Accedemos a una información para reparar nuestra alma y la del otro. Por ello, la preparación es esencial.
También puede ocurrir que nos vayamos a planos no sanos para nuestra evolución porque no reconocimos las frecuencias de luz, porque estamos vibrando en otra cosa como por ejemplo, el miedo. Muchos seres también se nutren de lo que vibramos. Lo conveniente es desprenderse del cuerpo y estar en un estado de calma, ir en línea recta hacia el padre, y con esa intención y petición eres guiada sin intermediarios de otros planos. Desde tu guía o guías y hacia el padre.