El encuentro con el alma

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El encuentro con el alma es recuperar tu esencia perdida debido al miedo, la separación y el desamor. La desconfiada generada en nosotros como seres divinos que somos. Sin enfrentarnos a nuestros miedos e inseguridades construidas por ésta y otras existencias no puede darse una reconciliación con el alma.

Somos más que conflicto, este es el resultado de la división creada que no atiende la Unión del Alma. Somos seres puros construyendo una realidad ficticia. Para recuperarnos primero hemos de abordar nuestro sufrimiento, comprender su naturaleza, soltarlo y, a través de un proceso de liberación, aproximarnos a ir recordando quienes somos realmente. Sin dicho proceso es imposible su unión y encuentro. Primero, soltar el sufrimiento, confrontar nuestras creaciones, dejar el miedo atrás. Volver a reconstruir nuestro origen. Vernos sin miedo y dolor. Segundo, integrar los aspectos del Alma, recuperar nuestra esencia, observar cual es el camino que nos trazamos al venir. Sólo desde ahí, es posible el encuentro desde el Alma.

Ninguna práctica por sí misma libera. Hace falta un proceso consciente y un anhelo para que dichas memorias vayan disolviéndose. Sin el proceso de alquimia nuestro encuentro no es posible. La alquimia consiste en transformar el plomo en oro. Todo lo que ha sido doloroso, volverlo luz, reconciliación y Amor. No desechar o negar nada. Todo lo sucedido ha tenido su función en nosotros. Todo forma parte del Amor y de aquello que nos dará Unidad. Por ello, cada pieza es imprescindible para recuperar quiénes somos. Somos seres viviendo una experiencia humana. Creyendo que somos lo construido en lugar de ver que nuestra parte Divina está a la espera de que decidamos dar pasos de cambio. La alegría es una forma de conectar con el Amor, así como dejar atrás el pasado. Sin pasado puedes vivir el Presente, aceptar cada instante de la existencia y viviendo un acto de Amor puro.

No cuestionar nada, vivir en gozo y aceptar cada instante, es un acto de Amor. Por ello, necesitamos primero cuestionar nuestro interior. Entendiendo que lo que está fuera es porque está dentro. No hay nada que no se manifieste afuera que no esté adentro. Por ello, tenemos todas las pistas para poder evolucionar. Todo depende de tu capacidad de observar, aceptar y soltar. Trabajar las raíces del dolor es la clave. Sin ello, no hay reencuentro. Estar en aceptación puede abrir la brecha a la reconciliación en los aspectos de nosotros que requerirían ser iluminados para poder ser aceptados. Con nuestra consciencia las iluminamos, y con ello comprendemos el proceso que es vivir. Nos volvemos empáticos, amorosos con el mundo, con los demás y nosotros. Primero es uno, segundo los demás y el mundo. Sin ti no hay realidad externa iluminada por una conciencia de Unicidad. Somos seres en una convivencia, y el Uno afecta al Todo. Sin tu construcción no hay relaciones, y éstas dependen de dónde estás. Cuando liberas, obtienes Amor Puro. Ausencia de ego que te ayuda a ver al otro como un espejo de ti. No hay violencia ni rechazo. Sólo Amor y Aceptación, y entonces comprendes que el mundo entero es tu familia y que no hay nada de otro que, en el fondo, no te afecte a ti. Hay una consciencia colectiva. El cambiarla es la Misión de todos. Por ello, cada uno contribuye a un mundo mejor y, con cada contribución, puede ir cambiando el planeta entero. No olvides que sumas y que la suma de todos es la meta a construir. A través de cada uno, la vida entera cambia y, con ello, las posibles realidades.

Parte II. El encuentro con el alma

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El reencuentro con él implica el uso de la consciencia a través de la observación y la escucha activa. Primero, implica desactivar todo lo que ha supuesto energía de supervivencia, crear vínculos con los otros, basados en relaciones más amorosas y solidaridad. Salir de la energía de supervivencia implica soltar el cuerpo, dejar las memorias de lucha, violencia, dolor y desamor.

A partir de aquí, podemos comenzar un periodo de florecimiento, donde se nos van sincronizando situaciones o personas que nos ayudan a movernos hacia el camino deseado. La trampa del sufrimiento está en la ignorancia, las creaciones y memorias que retienen nuestro crecimiento interior y despegue. Distintas prácticas pueden ayudar a entrenar la mente, y separarnos del objeto de sufrimiento. Son necesarias, pero no suficientes. Uno puede pasarse 20 años meditando, y ello no implicar el vaciado de sus memorias de sufrimiento y aprendizaje, para convertir en vitalidad su dolor y con ello en Amor. Por ello, la primera fuente consiste en aceptar que hay dolor, que este ha de ser transmutado y transformado en una fuente de vitalidad y amor. Que su movimiento nos eleva, y se convierta en una fuente de respeto, conocimiento, sabiduría y amor. Estar presente y en paz es el resultado de dicho movimiento. Hemos de estar dispuestos a que ello ocurra. Pasar por el dolor sí ayuda, pero no quedarse en el sufrimiento. Son dos aspectos distintos, muy confundidos en esta sociedad.

La génesis del dolor forma parte del vivir humano, pero no su recreación y mantenimiento como forma de vida. Ello es ya una adicción al sufrimiento, que facilita otras adicciones sociales y apegos. Salir de ello, es ser libre. Quién es libre ama desde el corazón y no desde el dolor y la carencia. Es importante escuchar todo lo que nos afecta. Es una manera de permitir colocar todo lo que es nuestra manera ordenada y permitir ser libres. Sin opresiones, sufrimientos y formas de vida que encadenan al Ser Humano. Desde allí, se crea un mundo repleto de amor y luz. Uno no deja para mañana aquello que no puede esperar que es: Amarse. Así se contribuye a una realidad presente dónde cada instante tiene su Presencia y lugar, y con ello se respeta la nada y todo lo viviente. El Amor es el motor de todo, y sólo desde allí el alma está preparada para florecer, y con ello entregar todo lo que ES.

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Pregunta: ¿Lo que está dentro está fuera?

Lo que está dentro se refleja fuera, para que organices tu vida interna, necesitas ese espejo en donde mirarte. Comprender tus heridas, tomar consciencia de ellas y cambiar tu realidad interna. Los demás y las situaciones son reflejos de todo aquello que necesitamos cambiar para aprender a transcender el sufrimiento, soltar las heridas del ayer, que no son más que memorias y, con ello, reflejar nuestro amor, armonizar lo que nos rodea y vivir la paz merecida. Estar en nosotros, en quienes somos, poseyendo toda la sabiduría y comprensión para ayudar al mundo en su ascensión y amor.

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